A pesar de que los medios de comunicación insistieron, en los días previos, con que la medida contaba con un respaldo de apenas el 17 por ciento de la población, la huelga de cuatro horas abarcó a casi todas las ramas de la actividad nacional, incluidos los bancos, la salud, la educación -pública y privada- y la administración. Al finalizar la jornada, se realizó un masivo acto en la Plaza de la Libertad, con 55.000 asistentes, según los organizadores.
El PIT-CNT (la central sindical uruguaya) reclama que el aumento del salario mínimo ofrecido por el gobierno, del 50 por ciento en los próximos tres años, se haga efectivo... en dos años. Además, se reclamó una profundización del sistema nacional de salud, la eliminación de las administradoras privadas de jubilaciones, mejoras en la vivienda y la educación, entre otros reclamos, de cara al presupuesto quinquenal que prepara el gobierno. Los gremios de la enseñanza, que suspendieron sus actividades durante todo el día, reclaman un seis por ciento del PBI para la educación.
El paro general y la masiva movilización tiene su explicación: la orientación claramente anti-obrera que Mujica está imprimiendo a su gobierno (ataques a los empleados públicos en los medios de comunicación, una reforma del Estado que podría afectar a miles de empleados estatales, énfasis en la “austeridad” para la elaboración del próximo presupuesto quinquenal, aumentos salariales especiales únicamente para militares y policías, etc. Ver PO Nº 1.131).
Además, los consejos de salarios del sector público y privado comenzaron a discutir las pautas para la negociación de los contratos colectivos.
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