En estos últimos días, los asesinatos cometidos por personal policial en Bariloche y las contrapuestas reacciones frente a esos crímenes han sido reflejadas en numerosos medios de comunicación.
Hay acuerdo acerca de la síntesis de los hechos: el joven Diego Bonnefoi, de 15 años, fue asesinado en la madrugada del 17 de junio por personal de la policía rionegrina en el Alto de Bariloche, zona que por su pobreza está fuera de los recorridos turísticos, y, en el marco de la protesta de gran parte de la comunidad, harta de la represión policial que cotidianamente sufre y de la marginación a la que son sometidos, fueron asesinados otros dos habitantes del Alto (Matías Carrasco de 17 años y Sergio Cárdenas de 29 años), además de un número de heridos superior a la veintena. Ninguno de los tres jóvenes estaba armado al momento de ser asesinado, aunque al primero la policía habría tratado luego de ponerle una 22.
Tras una nueva serie de reclamos populares y la definición en su apoyo de diversas organizaciones sindicales, en el día de ayer hubo una marcha a favor de la policía (y encabezada por un patrullero), reclamando contra la mudanza de la Comisaría 28º del Alto (a pesar de tratarse de un gesto simbólico, ya que se la desplazaría apenas a tres cuadras), claramente hegemonizada por los comerciantes que quieren mostrar una imagen “ordenada” de cara a la próxima temporada. Las versiones sobre el número de concurrentes bailan al compás de la posición que se tome: así, mientras los voceros de las clases pudientes llegan a 3.000 manifestantes (incluso 4.000 en algún periódico neuquino), mientras otros bajan esa cifra a quinientos. El intendente, a su vez, reclamó al gobernador “acciones concretas vinculadas a los reclamos de mayor seguridad”.
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