El talante del amigo de los trabajadores, del de los derechos de los homosexuales, del de las ayudas al nacimiento de un hijo, de la igualdad de las mujeres (designando a muchas ministras), se ha derrumbado como un castillo de naipes.
Las repetidas promesas de Zapatero de que no tocaría los derechos laborales ya eran todo un sarcasmo para los 5 millones de parados y el creciente número de desahuciados, ante los cientos de miles de millones de euros de dinero público cedidos amablemente por el gobierno a la banca privada y ante los miles de millones dejados de ingresar por las arcas públicas como resultado de las sucesivas reformas fiscales, de las rebajas de las cotizaciones empresariales y del descomunal fraude fiscal del capital.
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